Entre los múltiples beneficios
que experimentamos cada vez que salimos a correr, quizás uno de los que resulta
más evidente es la sensación de bienestar y de relajación que sentimos al
finalizar nuestra sesión de entrenamiento.
La literatura científica recoge
diferentes teorías que tratan de arrojar luz acerca de cuáles son los
mecanismos reguladores (tanto fisiológicos como psicológicos) del ejercicio,
que actúan sobre los estados de ansiedad, y sobre la mejora del bienestar, en
general. A nivel psicológico, por ejemplo, algunas de las teorías más
extendidas nos explican que la práctica de ejercicio es una buena estrategia de
distracción
que nos permite alejarnos de los estímulos estresores, lo cual repercute en una
mejora de nuestro estado subjetivo. Por otro lado, otras explicaciones hacen
referencia al hecho que el ejercicio nos ofrece una buena oportunidad para la
mejora de nuestra autoeficacia; esto es, a medida que vamos entrenando y nuestro
estado de forma va mejorando, experimentamos sensaciones de mayor resistencia,
tolerancia al dolor, mayor competencia, lo que nos conduce a sentirnos más
capaces de hacer frente a cualquier reto que nos plantee nuestra vida
cotidiana. Asimismo, cada sesión de entrenamiento es una nueva oportunidad para
ponernos a prueba y tratar de alcanzar los retos que nos proponemos, y de
ubicarnos a nosotras mismas como agentes de nuestro rendimiento, ya que los
cambios y la mejora se darán, en buena parte, en base al propio esfuerzo y a la
determinación que tengamos.
Así pues, algunos de los aspectos
claves que nos pueden ayudar a alcanzar objetivos que a priori nos pudieran
parecer imposibles los podemos resumir en los siguientes puntos:
1.- La selección adecuada de nuestras metas. Debemos plantearnos retos
o metas que sean exigentes, pero a la vez alcanzables y realistas,y a medida
que los vayamos logrando, ya nos iremos planteando retos más exigentes. Además,
es importante que nuestros retos sean, precisamente eso: NUESTROS. Nosotras debemos ser nuestro punto de partida, nuestra
propia referencia para la mejora, y recordar siempre que competimos con
nosotras mismas.
2.- La motivación adecuada para perseverar, a pesar de no lograr (en
una determinada ocasión) nuestro reto. La consecución de los retos vendrá en
parte determinada por nuestra perseverancia, esfuerzo y dedicación. Sin
embargo, aspectos ajenos a nuestro control también pueden influir en que no
rindamos de acuerdo a nuestra expectativa. Tras un entrenamiento o competición,
si nuestro rendimiento no ha sido el que esperábamos, debemos saber valorar los
aspectos que han podido influir, y entender cuáles dependían de nuestro
esfuerzo y cuáles no. En este sentido, es importante recordar que es importante
ser constante, perseverante, y valorar tu actuación en términos de rendimiento (esfuerzo, actitud,
dedicación, superación), y no tanto de resultado
(la posición, o comparar tu resultado con el de una compañera u otra corredora).
Si bien, siendo realistas, no
debemos aspirar a hacer posible lo imposible, si planificamos bien nuestros
objetivos y mantenemos nuestra motivación y perseverancia, seguramente nuestros
pasos nos llevarán mucho más lejos de lo que nunca
habíamos pensado.
Eva Parrado, Doctora en Psicología especializada en deporte
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