jueves, 29 de enero de 2015

'Post' invitado II (mil gracias en nombre de las responsables del blog)



Entre los múltiples beneficios que experimentamos cada vez que salimos a correr, quizás uno de los que resulta más evidente es la sensación de bienestar y de relajación que sentimos al finalizar nuestra sesión de entrenamiento. 

La literatura científica recoge diferentes teorías que tratan de arrojar luz acerca de cuáles son los mecanismos reguladores (tanto fisiológicos como psicológicos) del ejercicio, que actúan sobre los estados de ansiedad, y sobre la mejora del bienestar, en general. A nivel psicológico, por ejemplo, algunas de las teorías más extendidas nos explican que la práctica de ejercicio es una buena estrategia de distracción que nos permite alejarnos de los estímulos estresores, lo cual repercute en una mejora de nuestro estado subjetivo. Por otro lado, otras explicaciones hacen referencia al hecho que el ejercicio nos ofrece una buena oportunidad para la mejora de nuestra autoeficacia; esto es, a medida que vamos entrenando y nuestro estado de forma va mejorando, experimentamos sensaciones de mayor resistencia, tolerancia al dolor, mayor competencia, lo que nos conduce a sentirnos más capaces de hacer frente a cualquier reto que nos plantee nuestra vida cotidiana. Asimismo, cada sesión de entrenamiento es una nueva oportunidad para ponernos a prueba y tratar de alcanzar los retos que nos proponemos, y de ubicarnos a nosotras mismas como agentes de nuestro rendimiento, ya que los cambios y la mejora se darán, en buena parte, en base al propio esfuerzo y a la determinación que tengamos.




Así pues, algunos de los aspectos claves que nos pueden ayudar a alcanzar objetivos que a priori nos pudieran parecer imposibles los podemos resumir en los siguientes puntos:

1.- La selección adecuada de nuestras metas. Debemos plantearnos retos o metas que sean exigentes, pero a la vez alcanzables y realistas,y a medida que los vayamos logrando, ya nos iremos planteando retos más exigentes. Además, es importante que nuestros retos sean, precisamente eso: NUESTROS. Nosotras debemos ser nuestro punto de partida, nuestra propia referencia para la mejora, y recordar siempre que competimos con nosotras mismas.

2.- La motivación adecuada para perseverar, a pesar de no lograr (en una determinada ocasión) nuestro reto. La consecución de los retos vendrá en parte determinada por nuestra perseverancia, esfuerzo y dedicación. Sin embargo, aspectos ajenos a nuestro control también pueden influir en que no rindamos de acuerdo a nuestra expectativa. Tras un entrenamiento o competición, si nuestro rendimiento no ha sido el que esperábamos, debemos saber valorar los aspectos que han podido influir, y entender cuáles dependían de nuestro esfuerzo y cuáles no. En este sentido, es importante recordar que es importante ser constante, perseverante, y valorar tu actuación en términos de rendimiento (esfuerzo, actitud, dedicación, superación), y no tanto de resultado (la posición, o comparar tu resultado con el de una compañera u otra corredora).




Si bien, siendo realistas, no debemos aspirar a hacer posible lo imposible, si planificamos bien nuestros objetivos y mantenemos nuestra motivación y perseverancia, seguramente nuestros pasos nos llevarán mucho más lejos de lo que nunca habíamos pensado.

Eva Parrado, Doctora en Psicología especializada en deporte

 

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